O BOTO DA LAGUNA

Siglo y medio tiene esta asociación entre los animales más inteligentes, es muy probable que lleven más tiempo realizando esas colaboraciones; se poseen registros gubernamentales recién desde 1847 cuando Laguna fue elevada al status de ciudad.

Varias generaciones de pescadores han pasado y transmitieron su modo de relacionarse con los del agua.
Varias generaciones de delfines han pasado y transmitieron su modo de relacionarse con los de la tierra.

Un día como hoy uno que en su lengua le dicen pescador está montando bicicleta para arribar a la bahía, al llegar abre el compartimiento donde guarda su principal y único instrumento de pesca, transportándola cargada por todo el cuerpo se adentra en el mar hasta que el agua le llegue un poco más arriba de las rodillas o debajo de la cadera; no es el primero y ni siquiera está solo, hay como él varios en enredos, un grupo de personas que vive el día a día agradecido de los botos; luego reunidos en media luna empiezan a llamarlos mientras salpican sus redes sobre la superficie, al rato surgen de las profundidades otro grupo, cetáceos de río, cada uno conocido e identificable por los pescadores; ambas especies se comunican dándose señales unas a otras, los botos en número reducidos (un mínimo de 5 individuos) conducen cardúmenes hacia los humanos y en un preciso instante un boto de nombre portugués salta fuera de su mundo acuoso para darles la señal: ¡Lancen sus redes! ¡Ahora! Al unísono vuelan por los aires para luego penetrar en un líquido repleto de peces, los enmarañan en ellas mismas; los que logran escapar (no pocos) están perturbados por toda la agitación, primero vienen siendo hostigados por mamíferos acuáticos, después son emboscados por mamíferos terrestres, todo eso en segundos y justo ahí durante la conmoción son presas distraídas y asequibles. En verdad casi nadie se salva y la coalición triunfa, botos y hombres ganan.

Hoy en día la industrialización pesquera junto con la contaminación que esta acarrea destruyen ese lazo que nos vincula con ourselves from the sea.


Apéndice: una simbiosis que no sabemos desde cuándo se remonta exactamente, tenemos noticia por las primeras páginas de la historia de Herodoto que hemos tenido buenas relaciones con esos animales desde tiempos arcaicos. Un local de Metimna de nombre Arión es el personaje de esta otra historia, era una de las personalidades más conocidas de su época, famoso músico, virtuoso citarista, también fue el primero (antes de él simplemente no existían y todo se lo debemos a él, gracias) de los poetas ditirámbicos; inventó el ditirámbico, una especie de loor a Baco en forma de verso. Arión fue a hacer riquezas al sur de Italia, agrandó lo acumulado en Sicilia; una vez enriquecido vuelve en barco corintio pues se dirigía a Corinto donde residía varios años ya en la corte de Periandro, por otro lado los marineros prefieren su fortuna que su persona. Arión suplica por su vida y dice: “O.K. conténtense con lo que tengo, se los cedo muy gustoso pero no me quiten la vida”, le dan a escoger entre mar inmediato o suicidio (sola manera de arribar a tierra firme para ser enterrado) y elige lo último. Arión pide un deseo final: “Antes de morir en mi propia mano quisiera usar mis mejores vestidos y entonar mi más querida canción en cubierta”, le conceden su pequeña exigencia además era un afamado cantautor, una celebrity iba a dar su last show. Arión se embadurna con la mayor cantidad de sus tesoros y se ubica en posición al borde de cubierta, con cítara en manos canta Nomo ortio como si fuera su despedida, como si después vivir ya no tuviese sentido; concluido todo no cumple con su palabra y se arroja al mar, los nautas continúan navegación con lo que les dejó. Arión, según cuentan, fue salvado por un delfín (no especifican qué especie) y arrastrado hasta Ténaro; sano y salvo en su segundo hogar le cuenta lo sucedido a Periandro, este interroga a sus súbditos sobre su buen amigo y le responden que lo dejaron sano y bueno en Tarento. Arión los sorprende en medio de su mentira engalanado con lo último que lo vieron vestir, anonadados confiesan; en Ténaro existió una no muy grande estatua de bronce dedicada a este hombre mientras monta uno de aquellos mamíferos con aletas.